Papel de Periódico - Por Daniela Leiva (*)
La Noche de los Bastones Largos, la miseria cultural en el poder.
“La Historia es la ciencia de lo que nunca sucede dos veces”, pero parece que en Argentina esta frase rompe las reglas.
Desde 1930 los golpes militares han marcado a fuego la historia
democrática de nuestro país con una muestra de insensateces y de falta
de convivencia política inusitada. Estos golpes se sucedieron como en
una carrera de obstáculos democráticos y nos ha perjudicado hasta ahora
como país.
¿Cómo puede crecer un país si elimina lo más importante que tiene,
que es su capital cultural? Pues en Argentina desde los años de 1930
hasta 1983 pareció correr la idea que: saber, pensar distinto, crecer
intelectualmente, deliberar en el bienestar del otro, eran ideas que
iban en contra de la razón sin ver que cada vez más nos caíamos en la
barbarie. Estos gobiernos de facto arrastraron a la Argentina a un
callejón sin salida.[...]
[...] La policía entro en la UBA y salió al frente el decano Rolando
García, lo golpearon y continuaron agrediendo al resto de los
estudiantes y profesores. Pegaban en la cara a las mujeres para
marcarlas y desfigurarlas, todo de forma sistemática. Algo había
cambiado para siempre. [...]
[...] La noche de los bastones largos arrojó una prolongada noche de
sombra, sumida en la miseria intelectual de quienes arrebataron el poder
en Argentina. La destrucción alcanzó los laboratorios y bibliotecas de
las altas casas de estudio y la adquisición más reciente y novedosa para
la época: una
computadora.
A esto le siguió el éxodo de profesores e investigadores. La
supresión de los centros de estudiantes. En total emigraron 301
profesores universitarios; de ellos 215 eran científicos; 166 se
insertaron en universidades latinoamericanas, básicamente en Chile y
Venezuela; otros 94 se fueron a universidades de los Estados Unidos,
Canadá y Puerto Rico; los 41 restantes se instalaron en Europa.
Algunos de los cerebros fugados del país fueron: [...]
(*) Daniela Leiva es Profesora de Historia. Especializada en el uso de las nuevas tecnologías.
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Dossier: Debate sobre la inseguridad - Agencia Paco Urondo, 12 de septiembre de 2013.
Los pibes están en riesgo por culpa del mismo Estado que después los institucionaliza.
Entrevista con María Fernanda Berti, maestra y coautora junto al
sociólogo Javier Auyero del libro "La violencia en los márgenes". Se
trata de una investigación que aborda la problemática de la violencia a
partir de los relatos de chicos de una escuela primaria en el sur del
Gran Buenos Aires.
Por Enrique de la Calle
APU: ¿Cómo fue su trabajo junto a Javier Auyero en la elaboración del libro? Usted es maestra en "Arquitecto Tucci" (nombre ficticio con el que se refieren al barrio que estudiaron), así que tiene una mirada doble, como investigadora y como persona que vive allí.
María Fernanda Berti: Empecé a trabajar en esta escuela primaria en el 2007, con uno de los grados más chicos. Lo que empiezo a notar es que los chicos hablaban todo el tiempo sobre la cárcel - todos, o la gran mayoría, tiene a un familiar en situación de cárcel, ya sea tíos, padres, madres o el abuelo-, o pasaban situaciones como que alguno se dormía porque el día anterior habían allanado la casa y se habían llevado a los padres. Eso fue lo primero que a mí me empezó a llamar muchísimo la atención. Todavía no lo había contactado a Javier, con quien fui compañera de militancia en el año ‘88.
APU: ¿Cómo fue su trabajo junto a Javier Auyero en la elaboración del libro? Usted es maestra en "Arquitecto Tucci" (nombre ficticio con el que se refieren al barrio que estudiaron), así que tiene una mirada doble, como investigadora y como persona que vive allí.
María Fernanda Berti: Empecé a trabajar en esta escuela primaria en el 2007, con uno de los grados más chicos. Lo que empiezo a notar es que los chicos hablaban todo el tiempo sobre la cárcel - todos, o la gran mayoría, tiene a un familiar en situación de cárcel, ya sea tíos, padres, madres o el abuelo-, o pasaban situaciones como que alguno se dormía porque el día anterior habían allanado la casa y se habían llevado a los padres. Eso fue lo primero que a mí me empezó a llamar muchísimo la atención. Todavía no lo había contactado a Javier, con quien fui compañera de militancia en el año ‘88.
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Temblamos, lloramos, gritamos, no podemos más. Tenía 9 años, de luz, de risa, de paz. Aterrado y meado, estaba acurrucado, bien refugiado, como cada vez que lanzan para estos lados las batallas que digitan desde sus barrios privados.
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Nos mataron a Kevin - Facebook de La Garganta Poderosa, 7 de septiembre de 2013
Temblamos, lloramos, gritamos, no podemos más. Tenía 9 años, de luz, de risa, de paz. Aterrado y meado, estaba acurrucado, bien refugiado, como cada vez que lanzan para estos lados las batallas que digitan desde sus barrios privados.
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Por favor roben estas imágenes y dejen que se las roben los demás, para que no haya ni un pibe menos, ni una bala más:http://t.co/XgBsSbBFmG
— La Garganta Poderosa (@gargantapodero) October 2, 2013
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